Sócrates y la Inteligencia competitiva
¿Qué tienen en común un filósofo de la antigua Atenas y la estrategia empresarial moderna? Más de lo que imaginas. Sócrates, sabio de la antigua Grecia, sentó las bases de lo que hoy conocemos como inteligencia competitiva. En un mercado saturado, la ventaja no la tiene quien acumula más datos, sino quien sabe analizarlos y entender su entorno.
Prepárate para descubrir cómo aplicar el método socrático para desvelar las debilidades de tus competidores y potenciar tu negocio.
Sócrates y la inteligencia competitiva: una lección para el siglo XXI en época de IA generativa
El sabio nos dejó un consejo atemporal: aplica el triple filtro antes de compartir algo. Este principio es oro puro para quienes trabajamos en vigilancia e inteligencia estratégica y toma de decisiones:
✅ Verdad: ¿Es cierta la información? En inteligencia competitiva, esto implica validar datos, contrastar fuentes y evitar sesgos. No basta con “lo escuché”; necesitamos evidencias fiables.
✅ Bondad: ¿Es positiva o aporta algo constructivo? En nuestro contexto, ¿contribuye a mejorar la competitividad, la innovación o la sostenibilidad?
✅ Utilidad: ¿Es útil para la organización? Si no ayuda a decidir, anticipar o actuar, no merece espacio en nuestros sistemas.
La UNE 166.006 lo resume bien: la vigilancia capta información, la inteligencia la analiza y la convierte en acciones estratégicas. Pero sin filtros, corremos el riesgo de infoxicación y decisiones erróneas.
En la antigua Grecia (469-399 a. C.), Sócrates se encontró con un conocido, que le dijo muy excitado: ¿Sabes lo que escuché acerca de un amigo tuyo?
Sócrates le miró y respondió:
—Un momento: antes de decirme aquello que vienes a contarme, quisiera aplicarle un triple filtro a esa información.
—¿Un triple filtro? —inquirió, extrañado, su conocido.
—Exacto. Antes de que hables sobre mi amigo, será buena idea dedicar unos minutos a filtrar lo que me vas a decir.
Y prosiguió:
El filtro de la verdad
– El primero de los tres filtros es el filtro de la verdad. Dime, ¿estás absolutamente seguro de que aquello que me vas a decir de mi amigo es verdad?
—No. —Dijo el hombre—. En realidad, solo lo escuché…
—Bien, entonces, realmente no sabes si lo que me vienes a decir es cierto, o no.
Sócrates, ¿sabes lo que acabo de oír de uno de tus alumnos?
El filtro de la bondad
—El segundo filtro es el filtro de la bondad. Dime, ¿es algo bueno eso que vienes a decirme de mi amigo?
—No, por el contrario…
—Entonces —añadió Sócrates—, tú vienes a decirme algo malo sobre él, pero no estás seguro de que sea cierto. Veamos si lo que vienes a decirme pasa el tercer y último filtro.
El filtro de la utilidad
—Este último filtro es el filtro de la utilidad. Dime, ¿es útil para mí eso que vienes a contarme de mi amigo?
—No, realmente no.
—Bien —concluyó Sócrates—. Si lo que vienes a decirme no sabes si es cierto, no es bueno y no me es útil, ¿para qué decírmelo?
Antes de incorporar una fuente a tu sistema, pregúntate: ¿es verdadera, aporta valor y es útil? Si no pasa el triple filtro, ¡descártala!
En e-intelligent, hemos aprendido que la clave está en definir factores críticos de vigilancia y alinearlos con las fuentes de información, automatizar la captura y filtrar solo lo relevante. Porque no se trata de acumular datos, sino de transformar conocimiento en ventaja competitiva.
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